La primera vez que me tocó lidiar con estigmas institucionalizados respecto al mundo del heavy metal fue cuando hice mi tesis de pre grado sobre el caso de Rodrigo Orias y la necesidad de crear estereotipos por parte de los medios.
La investigación estuvo llena de numerosos y algunos irrisorios episodios de la imagen del Heavy Metal, incluyendo el pasar de la banda Necrosis por el programa Sábado Gigante, la prohibición a que Iron Maiden tocara en Chile en 1992 debido a su ‘satanismo explícito’, sacerdotes que aseguraban haber realizado exorcismos, recibir “gómito” y profanaciones a monumentos católicos y cementerios. Es una delgada línea la que divide lo caricaturesco y lo real cuando se trata de metal.
Sin embargo, los años han pasado y justo cuando crees que poco a poco, estos estereotipos se han ido diluyendo, desmitificando el hecho de que todos los metaleros son adoradores del demonio y hacemos rituales donde bebemos sangre de vírgenes, te encuentras con una película como American Satan.
Una de aquellas películas en que terminas consolándote pensando que al menos, te reíste bastante de los malos diálogos y las actuaciones paupérrimas. Me pasó con Rock of Ages y ahora, con la incursión de Andy Biersack y Ben Bruce, ambos representantes de la sangre fresca del metal (crucifíquennos, ortodoxos) integrantes de Black Veil Brides y Asking Alexandria respectivamente.
No tenemos nada en contra de BVB o AA . De hecho, pueden ver el review de su último disco acá. No somos críticos de cine… pero tenemos sentido común.
El peor error de American Satan es su predictibilidad. Si digo, banda emergente hace un pacto con el diablo para llegar a la fama y pagarán su deuda ¿qué se les ocurre? Así es, adicción a las drogas, infidelidad a la novia perfecta, sobredosis, bacanales, controversias, culpa. Rompedor.
Todo comienza con la aparición del personaje, supuestamente de Satanás, que comienza muy forzadamente en lo que parece una colección de clichés de adolescentes alucinados con el rock, tratando de hacer cine.
Lo peor, es cuando el tipo trata de convencer a la banda de firmar un pacto y empieza a nombrar a Iron Maiden o Van Halen y temas como The Number of the Beast y Running with the Devil como ejemplo del éxito de quienes han realizado el negocio, sin dejar de mencionar lo peligroso que son los fans del metal. Sorry pero el mito cayó cuando Euronymus, la majestad del Black Metal salió en el diario pidiendo disculpas por vestir de blanco. Con eso ya cualquiera pierde credibilidad. El esteroetipo de lo ‘diabiólico’ fue abolido hace bastante rato.
Esta película no hace nada más que refrescar y perpetuar esa visión mega básica de Satanás y su relación con el rock , que si me preguntan, no tiene que ver con rituales estúpidos, sino con el amenazante concepto de libertad a los ojos del establishment.
Para un verdadero satanista, el uso del baphomet en la película es una ofensa y para el fan de Star Wars, ese émulo de Palpatine susurrando “yes, that’s the spirit” cuando el personaje de Biersack pierde los estribos, es simplemente irrisorio.
Todo lo que se ve en American Satan ya se hizo. Haciendo un paralelo, Rockstar no contaba con un guión rompedor tampoco pero sí tenía factores que de alguna forma la convierten , si no en una buena película , al menos en una de culto (positivamente hablando): buen reparto y una banda sonora increíble. Eso de atender la llamada de la novia del que te estás fornicando y dejar el teléfono abierto ya lo hizo Cameron Díaz en Bad Teacher.
No importa que el productor haya trabajado previamente en las películas de Rob Zombie, en American Satan, ni siquiera la música es un recurso bien utilizado. Abusan de Heaven Knows de The Pretty Reckless (ojo, ni siquiera parte de la discografía de BVB o AA) y los insert de 18 and Life y Up All Night en las bacanales de la banda son forzados, infantiles, desastrosos.
Si a esto le sumamos un Andy Biersack bastante sobreactuado y el llanto de Ben Bruce en una de las escenas, el resultado es vergonzoso.
Pero sobre todo, me llama la atención y me parece poco coherente que un personaje como Andy Biersack haya participado en un proyecto que lo único que hace es perpetuar el estereotipo contra el que luchan él y su legión de Wild Ones. Quizás porque un médico no es nada sin los enfermos; esa visión judeo cristiana y reduccionista de lo que es el bien y el mal, la religión y el rol del heavy metal entre medio. Una vergüenza.