Corre 1993 y el 20 de Abril, Aerosmith lanza el disco más exitoso de su carrera, quedando en la memoria colectiva de quienes todavía escuchaban música en casette y vieron cómo Liv Tyler y Alicia Silverstone se tomaron el mundo.
Recuerdo la primera vez que escuché Get a Grip como recuerdo la primera vez que fui al colegio, cuando nació mi hermana menor o el primer beso. Tenía 11 años. Apreté play y mi vida cambió para siempre.
Ciertamente no es el mejor disco de Aerosmith. Luego de los existosos Permanent Vacation (1987) y Pump (1989), la crítica calificó a Get a Grip como un disco blando, muy suave y donde se hacía evidente la orientación a las baladas. Mark Coleman de Rolling Stone los comparó con Bon Jovi. Tyler y Perry siempre se caracterizaron por ser grandes baladistas pero en Get a Grip dieron rienda suelta a ese aspecto con lentos épicos como Amazing y el mega hit Crazy.
Sí es su álbum más comercial. Producido por Bruce Fairbairn, a cargo de las dos placas anteriores, Get a Grip fue el disco más vendido de Aerosmtih con 20 millones de copias en el mundo. Con la colaboración en composición de Jack Blades de Night Ranger y Tommy Shaw de Styx en Shut Up and Dance, Desmond Child en Flesh y Crazy, Jim Vallace en Eat The Rich y Get a Grip; con Don Henley cantando en los coros de Amazing, Lenny Kravitz en Line Up y dos Grammy por Livin’ On The Edge en 1993 y Crazy en 1994.
Get a Grip tiene un peso histórico. Marcó una época. Si bien Nevermind de Nirvana ya lo había hecho dos años antes, Aerosmith reivindicó el hard rock en un momento en que éste se vio en aprietos por la oleada grunge. Y los créditos, en gran parte, se los merecen esas baladas que todos miran tanto en menos pero que fueron las que mantuvieron el género rotando en radios y MTV.
Alicia Silverstone y Liv Tyler (por supuesto, hija de Steven, vocalista del grupo), eran las estrellas de los videos de la trilogía Cryin’, Amazing y Crazy y tuvieron una gran incidencia en esto. Es que desde el punto de vista marketero, la banda dio en el clavo para meterse hasta por osmosis en el ADN de una generación.
Alicia y Liv eran un estandarte de belleza y libertad. Ídolas. De hecho, mi primer encuentro cercano con Aerosmith fue el video de Cryin’. Encontraba que la Silverstone era lo máximo en la escena en que le roban la mochila y le da de patadas al tipo. Y claro, estando en colegio de monjas, posteriormente aluciné con Crazy. Soñaba con la idea de arrancarme con una mejor amiga “cuando fuera grande”. Y lo hice, claro que en metro, sin salir de Santiago y en vez del minazo a lo Zac Efron que aparece al final del video, con el grupo de amigos de mi partner de esa época, con ese mostacho adolescente y espinillas. Cero glamour. (A todo esto, dicho personaje se llama Dean Kelly y actualmente cumple una sentencia de 10 años de prisión por violación a una menor) .
Yo era devota. Coleccionaba y recortaba todo lo que salía de Aerosmith en la prensa y lo guardaba en un álbum que cuidaba como hueso santo, me fijaba en la programación del cable y grababa en VHS todos los videos y especiales que salían del grupo en MTV.
No recuerdo bien la ocasión pero algo debí haber hecho bien como para que mis papás me compraran un casette cuya portada era la ubre de una vaca atravesada por un piercing y marcada con el logo de la banda (que implicó quejas por parte de movimientos animalistas, aunque Aerosmith demostró que la carátula fue un montaje digital).
Acá hay una variable importante : el formato y el contexto. Probablemente si fuera un millenial de estos días y descargara el disco o lo tuviera en mi cuenta de Spotify Premium, habría pasado por alto todo el resto de los temas, yendo directamente a los hits que quería escuchar. Pero el casette te obligaba a pasar el disco completo. Podías avanzar o retroceder al ojo pero llegar al minuto exacto donde empezaba el tema que querías escuchar requería una maestría de palabras mayores, que en un punto logré pero luego de escucharlo unas 100 veces.
Puede ser que Get a Grip haya sido uno de los últimos discos realmente populares distribuidos masivamente en formato casette, razón por la cuál marcó a una generación que escuchaba música de una manera diametralmente diferente a las que siguieron. Una generación de discos, no de temas.
Así, fue imposible no enganchar con el resto de canciones, las que no aparecían en MTV. Con esa Intro maigstralmente unida al mejor opening, Eat The Rich y esas guitarrazas; con los golpes de batería tipo bala en Get a Grip, con el peso y desenfado de la voz de Joe Perry en Walk on Dawn, la adrenalina de Shut Up and Dance y los mil arreglos y detalles que hacen de Get a Grip un gran disco.
Dentro de mi top 3 de Aerosmith, luego de Get Your Wings y Pump, Get a Grip tiene ese peso emocional que para muchos, tiene Master of Puppets, The Number of the Beast o Appetite for Destruction. El disco que te inicia en el rock. Sin el cual no serías quien eres. Sin el que tu vida, tus acciones, tu carácter serían distintos. Sin el que quizás, habría elegido otra carrera. Sin el que habría preferido ir a Buzios en vez de Wacken. Sin el que, quizás estaría casada con el novio que le gustaba a mi abuela (mi crush con Joe Perry lo dejo para otra columna).
A menudo, la influencia de la música es pasada por alto, tanto en nuestra vidas personales como en la historia. Lo cierto es que su peso es evidente. Si llegaron leyendo hasta acá, saben a qué me refiero. La música templa el carácter y si la recibes de niñ@, te define. Get a Grip es el disco sin el que mis decisiones habrían sido completamente distintas. Por eso, desde hoy, declaro el 20 de Abril como mi día de la independencia.